Para qué nos vamos a engañar: todos los que estamos leyendo estas líneas, en algún momento de nuestras vidas, hemos bebido alcohol con el estómago vacío. Sabemos que no es bueno y, por lo general, nos sienta fatal… pero lo hacemos igualmente. Una copa después del trabajo antes de la cena, o una recepción con muchas copas de cava antes de que lleguen los entrantes de la boda; de una forma u otra, hemos caído en esta práctica.

Hoy, repasaremos cuáles son las consecuencias que tiene para nuestro cuerpo beber con el estómago vacío y, como ya os podréis imaginar tras haberlo experimentado vosotros mismos, no son buenas.

Por suerte, hoy contamos con la experiencia del doctor Keith Grimes, de Babylon Health, quien explicó al Huffington Post en un interesante artículo qué es lo que le pasa realmente a nuestro cuerpo cuando bebemos alcohol en estas condiciones; cómo absorbe el alcohol nuestro intestino delgado y cómo penetra en nuestra sangre.

“Más o menos el 80% de la absorción del alcohol se produce en el intestino delgado, y muy rápido. El estómago desempeña una función fundamental en cuanto a la velocidad a la que el alcohol llega al intestino delgado”, explica el doctor Grimes.

En ese sentido, si el estómago, que actúa como una especie de ralentizador, está vacío, el alcohol llegará con más rapidez a nuestro intestino delgado. En caso de haber comido algo antes, todo este proceso se hará de una forma mucho más lenta y segura.

Otra cosa que debemos tener en cuenta es que, al parecer, no todos los alimentos son válidos a la hora de actuar como un escudo: los alimentos muy grasos son una excepción.
La velocidad con la que el alcohol llega a nuestro intestino depende de dos factores: de lo lleno que esté nuestro estómago y de su motilidad, o lo que es lo mismo: la velocidad a la que se vacía de comida.

En este sentido, la comida basura, alta en grasas, pasa mucho más rápido por nuestro estómago y, por lo tanto, es un escudo menos fiable a la hora de beber en grandes cantidades… si es que hasta para beber mucho es mejor comerse una buena ensalada.

Otro factor fundamental que debemos tener en cuenta es el tipo de bebida alcohólica que estemos consumiendo. Si tomamos bebidas muy fuertes, la motilidad aumenta y, por lo tanto, lo hace también la absorción de alcohol. Por el contrario, las bebidas azucaradas y altas en cafeína desaceleran la motilidad y pueden ayudarnos en este proceso.

Por lo tanto, si comes bien antes de beber alcohol, en términos generales, aguantarás mejor la compostura (y tu cuerpo lo agradecerá). Si el ritmo de absorción es más lento, nuestro cuerpo podrá asimilarlo con mayor entereza y, sobre todo, de una forma más saludable.
Las bebidas más fuertes, como bien os podréis imaginar, llegan más rápido a nuestra sangre … si, encima, lo hacemos con el estómago vacío, lo que conseguiremos es que nuestro organismo sufra de lo lindo, por más que nosotros ‘solo’ nos sintamos algo borrachos.

El alcohol, recordemos, es tóxico para nuestro cerebro, de ahí a que nos emborrachemos (que es el nombre que hemos decidido ponerle a esta especie de ‘envenenamiento consentido’). Si el alcohol llega más rápido y con más potencia a nuestra sangre, los efectos sobre el cerebro pueden ser peores. Todo esto sin tener en cuenta que, con el estómago vacío, el alcohol se mezcla con los jugos gástricos, y esto puede producirnos una fuerte irritación estomacal.

En caso de que decidamos, por el motivo que sea, empezar a beber alcohol con el estómago vacío, lo mejor es optar por bebidas suaves e ir ingiriéndolas poco a poco. Pero siempre es recomendable picar algo; lo que sea.

A vosotros, ¿qué os ha parecido todo esto? ¿También ‘pecáis’ en este sentido? Dejádnoslo en los comentarios. Si os ha gustado este artículo recordad que, más abajo, podéis disfrutar de otros que, con casi total seguridad, os resultarán igualmente entretenidos… o eso esperamos, porque la verdad es que los hemos hecho con mucho cariño.
Fuente: El Huffpost.
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